Desde 1972, a iniciativa de la Asamblea General de las Naciones Unidas, cada 5 de junio celebramos El Día Mundial del Medio Ambiente con la intención de sensibilizar a la población mundial sobre la importancia de cuidar nuestro hogar.

Un día repleto de buenas intenciones que, sin embargo, con el paso de las décadas se ha sido transformando en una pasarela publicitaria por la que las grandes compañías desfilan engalanadas de verde para declarar su amor público por nuestro entorno y su futuro. El marco ideal para lanzar anuncios con imágenes de bosques, ríos y playas aderezadas con rostros infantiles y promesas falsas. Un envoltorio precioso con el que vender un compromiso que para nada se corresponde con sus actos. 

Cojamos un ejemplo cercano como el de los envasadores de bebidas. En España, estas organizaciones se reúnen a través de Ecoembes con el propósito de gestionar correctamente los envases que ponen en el mercado, un objetivo al cual los consumidores contribuyen cada vez que adquieren cualquiera de sus productos pagando un pequeño porcentaje incluido en el precio. 

Así, entre todos, bebida a bebida, financiamos los 441 millones de euros de presupuesto anual que Ecoembes debería invertir en que se recuperaran el máximo posible de los envases que ponen en el mercado los miembros que controlan su Consejo de Administración. Pero, lamentablemente, parece ser que su principal objetivo es otro, uno que no predican a los cuatro vientos en campañas de márketing repletas de árboles y niños o con el que no nos castigan machaconamente en días señalados como el de hoy. Desgraciadamente, su misión va más encaminada a hacernos creer que se preocupan por el medio ambiente al tiempo que actúan de manera opuesta. 

Y si no, analicemos lo que ocurre con el Sistema de Depósito y Retorno de envases de bebidas en España. Se dedican grandes esfuerzos económicos y humanos a desacreditarlo y boicotearlo pero, ¿es esa obsesión coherente con sus supuestas preocupaciones ambientales? Comprobémoslo.
 
El Día Mundial del Medio Ambiente se ha convertido en el escenario perfecto para que estas compañías representen un gran ejercicio de hipocresía ante un público que, por fortuna, cada vez posee más información para no caer en el engaño. Y es que por muchos medios de los que se disponga, no es verde todo lo que reluce.